Hielo en la bañera por Luis Javier Osorio

Este cuento formará parte de mi próximo libro electrónico, disfrutenlo ahora que pueden porque nadie sabe cuanto tiempo tendremos el gusto de seguir por estos lares.

Hielo en la bañera

La expresión en el seráfico rostro de aquella hermosa joven reflejaba una tranquilidad imperturbable mientras yacía en la bañera del modesto apartamento donde había vivido los últimos meses luego de casarse con el amor de su vida, nada parecía inquietarle, sus labios pintados de rojo y la sombra color azul de sus parpados cerrados contrastaban con la pálida tez de su rostro angelical, el sueño en el que la preciosa mujer se hallaba sumida era tan profundo que ni las gélidas aguas rodeando su sinuoso cuerpo desnudo le hacían reaccionar, ni siquiera el escándalo que su pareja mantenía en la cocina tratando afanosamente pero con poco éxito de llevar a buen termino una elegante cena, sacaban a la dama de aquel extraño trance. Los sartenes humeaban encima de la estufa, el horno repentinamente se abrió por si mismo con un ruidoso estallido exhalando llamaradas mientras el joven esposo torpemente blandía un extintor vaciando su contenido en el suelo, nada parecía inquietar a su bella esposa, parecía no importarle lo que sucedía en tanto que su esposo, un mozo que quizá no pasaba de los treinta veranos, luchaba desesperadamente por domar a los instrumentos de cocina, poco antes de rendirse, aquel joven hombre finalmente logró controlar el desastre y consiguió preparar un platillo mas o menos decente, aunque le quedó un tanto salado no estaba mal siendo esa la primera vez que preparaba la cena.
El marido de la señorita se acercó a la tina de baño donde continuaba ella reposando sin que nada pudiese sacarla de aquel profundo sueño, como si por voluntad propia la escultural dama no quisiera despertar. Cariñosamente su joven esposo se acercó hasta ella, la besó en sus labios carmesí para luego susurrarle al oído palabras de amor, sin embargo, la mujer continuaba sin responder a las ternuras de su pareja. Un par de semanas atrás ambos habían planeado tener una velada romántica esa precisa noche con motivo de sus primeros seis meses casados, finalmente cuando llegó el día de tan ansiada celebración, la joven esposa preparó sus mejores galas para lucirlas ante su marido, tenía ella por costumbre tomar un baño tibio en la tina todas las tardes pero esa especial ocasión la llenó con pétalos de rosas y aceites aromáticos. Para disfrutar la relajante ducha se hizo acompañar de sus discos predilectos, grabadora y audífonos junto a la tina del baño; una de sus pasiones era la música gusto que compartía con su esposo e inclusive se conocieron en un concierto de la orquesta sinfónica donde aquella dama tocaba el violín con tal gracia que su enamorado no solo asistía para oírla interpretar con el instrumento sino también deleitarse con la esplendida belleza de su ejecutante. Así pues la hermosa dama entró en la tina, puso los discos en la grabadora y los audífonos en sus orejas para luego quedarse dormida con la relajante maestría de Satié, fue así como su marido la encontró esa misma tarde, adormecida en el baño con los auriculares todavía puestos.
Después de una larga jornada en la oficina, el joven marido llegó a casa con gran un ramo de rosas rojas, las flores favoritas de su amada. El departamento estaba inundado con el aroma de un suave perfume y a la misma vez con ese silencio incomodo que suele haber donde la muerte se anduvo paseando, el violín de su esposa reposaba encima del sillón esperando ansioso que su dueña lo devolviese al estuche o al menos continuara tocándolo, tal vez acabó su práctica más temprano de lo habitual para ir de compras. El joven esperó pacientemente por largas horas, mas al no regresar ella, marcó al teléfono móvil de su amada el cual escuchó sonar abandonado en la recamara, al parecer ella lo había olvidado al salir. Pensando un poco en las posibilidades, decidió ir a buscarla en el supermercado en el cual realizaban sus compras habitualmente, si tenía suerte su esposa estaría todavía en ese lugar, tal vez en la fila de las cajas registradoras pagando las compras. Rápidamente aquel joven fue por su abrigo y las llaves del auto, aunque antes de salir decidió hacer una breve parada en el sanitario y ahí fue donde finalmente la encontró, durmiendo con los auriculares todavía puestos al compás de la Gymnopedie #1 ejecutada soberbiamente por el maestro Satié. El joven se acercó cautelosamente donde su esposa, primero le habló suavemente para no asustarla despertándola de golpe, al no volver en sí la sacudió ligeramente para luego gritarle y agitarla con violencia, le dio varias bofetadas hasta que un hilillo de sangre brotó por la comisura de los labios sin que la dama siquiera se quejara o voltease a mirar ni notara la presencia de su desesperado esposo.
La velada se había planeado con semanas de anticipación, ambos eran personas muy ocupadas en sus respectivas profesiones, ella no deseaba que se les arruinara de nuevo la celebración tan especial como pasó cuando cumplieron sus primeros tres meses de feliz vida matrimonial, aquella ocasión la bella dama tuvo que salir de gira con sus compañeros de la sinfónica dejando a su marido solo en casa, de ultima hora el director confirmó una serie de conciertos en otra ciudad la cual desde hacía meses trataban de concretar, por ese motivo el joven esposo hizo su mejor esfuerzo para complacer a la bella durmiente de la bañera, que francamente parecía no importarle yacer en una tina llena de hielo hasta el tope; sin duda cuando la mujer despertase de aquel sueño vería como su esposo se había esmerado en cumplir sus deseos hasta el final, estaría complacida con esos detalles y orgullosa del amor que le profesaba. Cada cierto tiempo aquel hombre bajaba del apartamento a una pequeña tienda de abarrotes en la esquina, donde compraba bolsas de hielo y las vaciaba en la tina del baño, probablemente algún vecino chismoso se dio cuenta del extraño ritual y avisó a las autoridades. Luego de tres días realizando afanosamente aquella curiosa labor, los oficiales del orden arribaron al apartamento de la pareja llevándose al esposo detenido como principal sospechoso, tras ellos un grupo de paramédicos sacó a la mujer de la bañera con la piel completamente arrugada para después cubrir el cuerpo con una manta blanca.
La pareja de recién casados tenía planes de pasar una velada romántica esa noche, nada les impediría realizar su festejo, ni siquiera el hecho de que la esposa hubiera muerto días atrás y el joven marido la tuviera que conservar en una bañera llena de hielo.

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